A.J.
Daulerio y Eric Gillin, en una mordaz página de Internet explican
cómo aprovechar los restos del tradicional desayuno americano de
tocino y huevos revueltos para fabricar jabón
casero
Para la
mayoría de los norteamericanos, el tocino con huevos es como para
los argentinos el churrasco con ensalada o las milanesas con papas
fritas. El razonamiento de los autores es el siguiente: si los
estadounidenses aman tanto al tocino hasta el punto de dejarse
taponar las arterias con su grasa, ¿por qué no bañarse con él?. Eso
sí, se cubren ante posibles reclamos diciendo que no son químicos
sino “unos locos como cabras con tres libras de tocino y un sueño”.
Vale la pena echarle un vistazo a este artículo irónico pero
sumamente didáctico.
Hablando en serio, la idea no es mala y
tiene su lado ecológico. Algunas personas pueden sentir un tanto
repugnante el proyecto, pero deben tener en cuenta que luego de que
el material se saponifica no quedan rastros de su origen. Sólo queda
en el jabón lo que reacciona con la soda cáustica y el agua. El
resto: radicales libres, toxinas o aditivos quedan afuera. Por eso
mismo, también se puede hacer jabón con algo tan impensable como el
sebo que se extrae de la trampa de grasa, un dispositivo que se usa
para reciclar las aguas grises procedentes de la pileta del lavadero
y de la cocina.