"Maravillas" y conocimientos prequímicos del Mundo Antiguo.

 


 

 

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La memoria social atrapada en la escritura aparece soportada por diferentes materiales. La piedra y las tablillas, el papiro egipcio y el papel chino. El papiro (Scirpus lacustris) crecía en extensas zonas pantanosas del Nilo, alcanzando grandes alturas y ocupando densos matorrales. De su caña fabricaban, por un ingenioso procedimiento que utilizaba el propio jugo del tallo como pegamento, los rollos del papiro. Gracias a los papiros que se conservan conocemos el nivel alcanzado por las Matemáticas del Antiguo Egipcio para resolver problemas prácticos, como cuestiones de agrimensura, cálculo de impuestos y determinación de volúmenes.

 

 

En la construcción de las colosales pirámides y en el propósito de vida eterna para sus moradores se integrarían los saberes y habilidades egipcios  desde la Geometría hasta las prácticas de la Khemeia. Imhotep constructor de la primera pirámide egipcia, unos 2700 años a.C., se considera también pionero en la medicina y precursor de la khemeia egipcia. 

 

 

 

  

La cerámica vidriada comenzó a fabricarse 1500 años a.C. La puerta de Istar en Babilonia (575 a.C.) está construida por ladrillos vidriados. Pero el dominio de la arcilla prácticamente nace con los primeros asentamientos humanos hace unos diez mil años.

  

 

 

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 La máscara de Agamenón representa una joya de la cultura del bronce, 1500 años a.C.  perteneciente a la civilización egea. El dominio de un material por una sociedad en cada época ha encontrado reflejo en las manifestaciones del supremo arte.

 

 

 

 

Uno de los más interesantes bajorrelieves de la cultura hitita muestra a doce dioses en marcha con la espada curva de hierro apoyada en el hombro derecho. Las armas de bronce de la cultura micénica no pudieron resistir el empuje de los dorios a los cuales llegó el secreto de los hititas, asentados a unos 1 200 km al este de Grecia, y así fueron reducidas e incendiadas Esparta, Mecenas, Tirinto y Argos.  Esto selló el fin de la Edad Micénica.

 

 

 

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Más de 1500 años antes de que Europa conociera de los trabajos en terracota de la Florencia de los Médicis, la cultura del entonces naciente imperio feudal chino de la dinastía C'hin legaría a la humanidad lo que hoy comienza a considerarse por algunos como la octava maravilla del mundo antiguo. Más de 6 000 figuras de guerreros de rostros irrepetibles, carruajes y caballos de tamaño natural fueron construidos por artesanos en el complejo funerario erigido al emperador que unificara los feudos chinos e iniciara la construcción de esa otra maravilla que es la Muralla. El trabajo con altas temperaturas de fraguado, con pigmentos naturales que recubren las figuras, y con extrañas aleaciones que aún hoy conservan increíblemente su filo, es muestra del magnífico matrimonio de arte, técnica y conocimiento de las propiedades de las sustancias químicas... 

  

 

 

  

En relación con los colorantes orgánicos se conoce de su utilización a través del Talmud, libro religioso de los antiguos judíos, donde se prohíbe el corte del añil de menos de tres años. Hace dos mil años que los judíos extraían de esta planta procedente de la antigua India, un colorante azul: el índigo o añil. El índigo ocupa por su belleza y estabilidad, uno de los primeros lugares entre los colorantes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Ts'ai Lun es el personaje chino al que se atribuye la fabricación masiva del papel. En el 105 a. C. Lun  estaba al frente de los suministros de la Casa Real. Desde este puesto se dio a la tarea de organizar la producción del papel a gran escala.   China en ese tiempo era ya una sociedad burocrática que requería documentos en abundancia para llevar sus registros por escrito. Se iniciaban las bases para el desarrollo de un material más ligero, fácil de almacenar y transportar que las  tablillas de madera o las telas de seda.

 

 

 

 

 

  

 La fermentación constituye el proceso biotecnológico que primero dominó el hombre. En particular la fermentación alcohólica se reconoce por la mención que se hace  en unas tablas de arcilla escritas en lenguaje sumerio sobre la preparación de una bebida estimulante que llaman siraku y cuya antigüedad se remonta a 4.000 años a.C.   Los egipcios, recogiendo los métodos sumerios, elaboran una cerveza que bautizan con el nombre de "zythum", descubren la malta y añaden azafrán, miel, jengibre y comino con objeto de proporcionarle aroma y color.  La industria del alcohol para bien y para mal se abriría paso en la historia del hombre.

 

 

 

 

 

   

La khemeia egipcia llegó acopiar conocimientos prácticos relevantes sobre las propiedades y transformaciones de las sustancias no sólo del mundo inorgánico sino también de los compuestos naturales orgánicos.

 

  

Contexto socioeconómico en que se desarrollan las civilizaciones antiguas

 

Lo que reconocemos como egipcios, sumerios, o chinos es un producto cultural, con su repertorio de realizaciones materiales y espirituales, resultado de un proceso de formación en el que intervienen múltiples variables y cuya identidad se alcanza en un escenario territorial a partir de un momento determinado.

 

A pesar de lo irrepetible y singular de la construcción de cada cultura del llamado mundo antiguo se torna claro que ciertas regularidades presidieron esa compleja edificación histórica.

 

El proceso de transformación de la aldea en ciudad se combina con la producción de espectaculares descubrimientos o inventos, que coinciden cronológicamente en cada región porque se dan las condiciones oportunas, pero que al mismo tiempo contribuyen decisivamente a la transformación de la realidad.

 

El progresivo incremento del excedente agrícola y el correspondiente incremento de la actividad comercial abre la posibilidad de una especialización o división social del trabajo.

 

Resultado de esta división social aparecen diferentes ocupaciones entre las que se encuentran los encargados de desarrollar e imponer una ideología, como paradigma cultural al servicio del grupo dominante. El aparato estatal está entonces en el orden del día histórico para garantizar los intereses de esta clase y supuestamente regular las normas y relaciones en beneficio de la colectividad.

 

Con los estados surge una mecánica de la violencia en las relaciones intercomunitarias, basada en la solución del litigio mediante la confrontación bélica. La filosofía de la guerra, alentada por el botín como fuente de adquisición de riqueza, que en un momento determinado alcanza al propio hombre esclavizado, conduce al ciclo de vida de los imperios: la expansión, el esplendor, la crisis de las contradicciones internas y, a la larga, la decadencia y desaparición.    

 

Los sabios de estas civilizaciones debieron abordar y contribuir a resolver los problemas y necesidades sociales desde la luz que ofrece la dialéctica teoría - práctica. Investidos generalmente de atributos religiosos sus conocimientos eran mantenidos y transmitidos  en comunidades cerradas, comprendidos como un instrumento más de poder.

 

Constituyeron tareas históricas la transmisión de la experiencia acumulada, la fijación del tiempo en una memoria perpetuada, el control del intercambio y las ganancias, y el dominio de los materiales todo lo cual exigió el desarrollo de sistemas de escritura,  las vías materiales para cristalizarlo,  el despliegue de los sistemas de numeración y las operaciones matemáticas que los acompañan, y las técnicas de transformación de los materiales iniciadas ya desde los albores de la humanidad.

 

Sabios, constructores, artesanos y artistas se dieron cita histórica para la erección de   templos para los dioses, palacios para la burocracia estatal, tumbas y otras construcciones funerarias generalmente para los intermediarios entre el poder terrenal y divino, y también para la decoración de sus interiores y vías de acceso. Simultáneamente debían ser levantadas murallas defensivas, construidos canales de riego, fabricadas embarcaciones y carruajes para  la extensión del comercio y la guerra; desarrolladas tecnologías para el dominio de materiales más fuertes y resistentes; producidos los mitos y leyendas que llegarían a conformar grandes sistemas religiosos.

 

En tales empeños sobresale la obra pionera de  babilonios y egipcios en el desarrollo de disciplinas matrices como las Matemáticas y la Astronomía.

 

Las colosales pirámides egipcias, una de las maravillas del mundo antiguo, comenzadas a construirse hace más de 2 500 años a.C. indican la necesidad del dominio de un saber matemático que según se recoge en el papiro de Rhind, escrito unos 3 600 años atrás, llegó a abarcar desde mediciones de superficies y volúmenes hasta las reglas para cálculos aritméticos con fracciones, el cálculo de áreas, y la resolución de ecuaciones simples de primer grado. Se afirma que los egipcios debieron dominar el llamado teorema de Pitágoras para el trazado de líneas perpendiculares.

 

Cuando recordamos que tanto Babilonia como Egipto crecieron en los valles de grandes ríos y que el éxito en la programación de plantaciones y colectas de sus productos agrícolas constituía una necesidad social básica, comprendemos mejor que los hombres encargados de la reflexión especulativa (originalmente mística pero preteórica en fin)  pronto asociaran ambos problemas con el estado de la cúpula celeste y del movimiento de los astros sobre sus cabezas.

 

No constituye pues mera veleidad del pensar los esfuerzos por penetrar en la descripción primitiva de mapas estelares, registrar el movimiento de los astros, construir el concepto del tiempo.  

 

Los conocimientos en el área de las transformaciones físico químicas de las sustancias.

Los conocimientos en el área de las transformaciones físico - químicas de las sustancias que constituyeron conquistas de las civilizaciones del mundo antiguo no estuvieron acompañadas de una reflexión teórica, sino más bien de una práctica iluminada por el ensayo-error y no pocas veces asistidas por la casualidad. Esto no niega la existencia de una práctica intencional dirigida a aprovechar todos los elementos naturales o sus modificaciones para bien de la comunidad.

La inauguración hace unos diez mil años de la cultura de la cerámica, supuso el dominio de la arcilla, mineral complejo formado por un silicato de aluminio que posee una cierta naturaleza plástica y que al secar o ser sometido a calentamiento endurece. 

Al aprender el hombre a trabajar el barro, se inicia la producción de ladrillos y el desarrollo del arte alfarero,  que coincide en ciertas civilizaciones  con el desarrollo de la agricultura y la edificación de los primeros asentamientos humanos.

La ciudad antigua de Jericó, una de las primeras comunidades agrícolas, muestra en su segundo nivel de ocupación, que data del milenio VIII a.C., un gran número de casas redondas de ladrillo de adobe.

Las técnicas involucradas en el reconocimiento de los minerales, el proceso de reducción a metales y su fundición, la forja y el templado de los metales han tenido tal repercusión en el progreso social que los historiadores han periodizado etapas de desarrollo como Edad del Cobre, del Bronce y del Hierro.

El dominio de los metales se inicia por el cobre, elemento 25 en abundancia relativa en la corteza terrestre, pero que puede encontrarse en estado nativo y se reduce de sus óxidos con relativa facilidad. 

Precisamente la génesis de la metalurgia se presenta cuando los hombres aprendieron que un calentamiento enérgico de una mena azulada con  fuego de leña, producía un nuevo material rojizo, resistente, y que poseía una propiedad no exhibida por la piedra, su carácter maleable. Este material permitía la fabricación de instrumentos más efectivos y duraderos.

Asistimos al inicio de la Edad del Cobre en dos regiones tan distantes como el Medio Oriente y la actual Serbia, unos 4 000 años a.C. 

Sorprende que descubrimientos arqueológicos demuestren la entrada en escena de un nuevo material más duro que el cobre, unos 500 años antes del inicio de la Edad del Cobre. En el sudeste asiático, en la tierra de los Thai, debieron practicar la reducción de una mezcla de minerales que diera origen a la primera aleación trabajada por el hombre: el bronce.

El bronce, una aleación constituida por cobre y estaño (y en menor proporción otros metales), es más duro y resistente que cualquier otra aleación común, excepto el acero, y presenta un punto de fusión relativamente bajo.

El desarrollo desigual que experimentaron las civilizaciones antiguas, erigidas en distintos escenarios naturales, hace que el dominio de un material y el arte o técnica de elaboración de objetos con él aparezca en fechas bien distintas. Un milenio más tarde, según lo demuestran hallazgos en la tumba del faraón Itetis, los egipcios fabricaban el bronce. 

Uruk (la Erech bíblica), una de las primeras ciudades mesopotámicas levantadas en el milenio III a. C., presenta templos de adobe decorados con fina metalurgia y una ornamentación de ladrillos vidriados.

Existen los testimonios sobre la existencia de instrumentos de un nuevo material ya por el año 1 500 a. C. Los hititas, pueblo que se instala en el Asia Menor durante siglos, debieron vencer las dificultades prácticas que supone aislar el hierro de sus óxidos minerales. Se necesita ahora el fuego del carbón vegetal y una buena ventilación. Estos obstáculos debieron ser superados porque el dominio del hierro suponía herramientas y armas más fuertes y duraderas y además porque el hierro aventajaba al cobre en algo muy importante: los yacimientos de sus minerales eran más abundantes.

De cualquier forma, la tecnología del hierro no se implanta en Europa hasta el siglo VII a.C., en China se inicia un siglo después, y en el África subsahariana hacia el 500 - 400 a. C.

El avance de la civilización no sólo exigió trabajar la piedra, la arcilla y los metales. Otros desarrollos fueron indispensables para el alcance de un bienestar deseado por las clases dominantes de una colectividad que ya había conocido la división social del trabajo. 

También aparecerían aquellos materiales que como la resina fósil amarillenta y quebradiza llamada ámbar, presentaban propiedades incomprendidas y eran considerados preciosos. La acción a distancia observada desde los primeros tiempos con la caída de los objetos hacia la tierra, ahora se apreciaba como una atracción ejercida sobre los cuerpos ligeros que aparecía cuando se frotaba el ámbar. Los griegos le conocieron y lo nombraron electrón;  de ahí procede el término actual de electricidad.

Según una leyenda transmitida por Plinio, las propiedades del imán fueron descubiertas por el pastor Magnesos. Del nombre del pastor deriva según Plinio la palabra “magnetita” pero es más justo suponer que la palabra magnetita procede del nombre de Magnesia, ciudad de la antigua Lidia cerca de la cual se hallaban grandes yacimientos de mineral de hierro imantado.

Fueron los chinos, sin dudas, los primeros que intentaron describir y explicar la acción del imán. En el diccionario “Sho –veñ” elaborado cerca del año 120 por el sabio Jiu Chin, se define la palabra tseu (imán) como nombre “de una piedra por medio de la cual se da orientación a una aguja”. Otras denominaciones chinas llaman al imán “piedra que orienta”. Por lo visto, los chinos empezaron a usar la brújula desde tiempos remotos, primero para orientarse en las expediciones por tierra y para el trazado de planos en los terrenos de construcción sólo después en la navegación marina. Pero penetrar en la naturaleza del electromagnetismo exigió de todo un complejo desarrollo iniciado justamente con el nacimiento del siglo XVII.  

Paradójicamente, ciertos ritos y creencias sobrenaturales, reflejos de diversas enajenaciones terrenales,  impulsaron el desarrollo del conocimiento en áreas como la elaboración de medicinas, perfumes y cosméticos, tintes y colorantes.

Durante la civilización babilónica (siglo XVIII - VI a.C.), que tuvo como herencia el desarrollo técnico alcanzado por los sumerios, se lograron avances en los procesos de blanqueo y tinte, y en la preparación de pinturas, pigmentos, cosméticos y perfumes. 

Una tablilla sumeria escrita algunos siglos antes del reinado de Hammurabi, siglo XVIII a.C. revela el desarrollo de la farmacopea.

La propia piedra, una tablilla, fueron los primeros materiales sobre los cuales el hombre inscribiría sus memorias. El papiro egipcio vendría a representar una revolución en los procedimientos para perpetuar una escritura. Pero el papel producido a partir de la celulosa de la madera, por una técnica similar a la que la Europa conociera más de mil años después a través de los árabes, se adjudica a los chinos. El papel chino más antiguo  data del  siglo II y fue descubierto en el pueblo de Lou – Lan del Turquistán chino.      

El término perfume tiene su origen en el latín "per fumo" (por el humo) pero se sabe que los egipcios saturaban la atmósfera de tumbas y templos sagrados con fragancias agradables procedentes de preparados perfumados. También se sabe que tanto sus hombres como mujeres se aplicaban ciertos aceites aromatizados sobre la cara para aminorar el efecto deshidratante del clima cálido y seco que debían soportar; y que gustaban decorarse los párpados con un pigmento verde y otro oscuro preparado con Antimonio y hollín.

En otro momento de la Historia, Publio Ovidio (47 a.C. – 17), al caracterizar en los Fastos el cortejo de los cónsules romanos describe sus vestidos del exclusivo color púrpura. Los antiguos fenicios dominaron ya la técnica de extracción del púrpura de los moluscos (múrices) que en grandes colonias poblaban las aguas frente a las costas de Tiro. La extracción del púrpura suponía el tratamiento de miles de estos moluscos pues este colorante se encontraba en pequeñísimas cantidades en una glándula junto al hígado de los múrices.   

Los egipcios no sólo conocieron y trabajaron los metales más importantes de la época: el oro, la plata, el cobre, el hierro, el plomo y otros, sino que aprendieron a preparar pigmentos naturales, jugos e infusiones vegetales.

En otra dirección, los egipcios desarrollaron métodos de conservación de cadáveres cuyos resultados sorprendieron milenios después al mundo occidental. Para ello debieron estudiar las sustancias con propiedades balsamáticas, los antisépticos y algunos elementos de la farmacopea como el conocido empleo que le dieron al ácido tánico en el tratamiento de las quemaduras.

Este cúmulo de conocimientos que se fue acopiando y transmitiendo sobre las propiedades y las transformaciones de las sustancias químicas constituyó el núcleo de lo que llamaron la khemeia egipcia. 

Estos conocimientos por lo visto eran recibidos y transmitidos por artesanos y técnicos mediante la tradición, pero ignoramos las reflexiones que acompañaban a sus prácticas de instrucción. Esto significa que si entendemos la ciencia no sólo como el saber hacer (arte y técnica), sino además como el conocer y poder explicar las razones por las cuales se hace así y no de otra manera, debemos admitir que ella comienza cuando ya la técnica en la cual se apoya y a la cual soporta, hace mucho tiempo ha sido establecida.

El momento en que puede considerarse se inicia la evolución de un pensamiento teórico precientifíco data del siglo VI a.C. y tiene como escenario “clásico”, en la Historia de la cultura occidental, la sociedad esclavista de la Grecia Antigua. La definición de este momento se avala por ser entonces cuando se inicia una reflexión teórica, metódica y productiva sobre la naturaleza. Es significativo que en la base de los sistemas filosóficos aparecidos por entonces en muy distantes escenarios culturales, con Confucio y Lao Tse en China; Buda, en la India; y Zoroastro en Persia; se aprecian ideas generales que evidencian una cierta unidad en la concepción del mundo de los pueblos de aquella época. De cualquier modo, se hace obligado la referencia específica al mundo greco- romano en el cual se alcanza la expresión más completa de la doctrina acerca de la sustancia y sus componentes. De esto trataremos en la sección que sigue...

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